¿Sentís que tu ritmo de vida no te permite ponerte al día con tus pendientes y eso te angustia un poquito? (¡O quizás un montón!)
¿Hay una fórmula mágica que nos ayude a recuperar el control? No, porque la medida del orden responde a una brújula interna y personal. Pero a la hora de buscar el equilibro, compartiremos 5 pasos que podés dar:
1. Ordernar tu espacio interno
2. Crear rutinas
3. Ordenar tu espacio externo
4. Hacer limpieza en tus redes sociales
5. Organizar tu lista de pendientes.
No importa si se trata de esa serie que te comentaron que estaba buenísima, tu plan de prepararte viandas el domingo para la semana laboral u ordenar el placard: esos ítems de tu to-do list te miran expectantes desde la hoja esperando ser tachados mientras el monstruo del desorden te acecha por los 4 puntos cardinales y vos caes inevitablemente en la sensación de que no llegás “con nada”… súper depre. De más está decir que este combo explosivo de pendientes y desorden ambiental es una fuente comprobada de ansiedad: varios estudios sobre el impacto del orden en la productividad y la salud indican que un entorno ordenado nos hace sentir más enfocados, calmos y felices, y esto nos ayuda a tacklear nuestros deberes y deseos con más ímpetu y alegría.
¿Estás listo? ¿Estás lista? ¡Comencemos!
Elegí un propósito para cada área de tu vida con objetivos y resultados clave. A la hora de confeccionar esa lista de pendientes, es más sencillo jerarquizar qué tan importante es el impacto que tendrán en tu vida si tenés claro qué es lo que querés para tu vida. Así de simple como suena, pocas veces nos detenemos a pensarlo y menos aún a escribirlo. Y aquí el gran secreto es ESCRIBIR. Resulta que bajar esas ideas con tus propias palabras (especialmente si las escribís sobre papel) tiene un efecto mágico “declaratorio”. Lo que hayas declarado que es para vos, no es fácil de ignorar.
Hace la prueba: elegí un rincón inspirador, un buen cuaderno y proponete escribir un pequeño manifiesto de cómo querés vivir tu vida. Llamémosle “tu diseño de vida”.
#1. Comenzá por ordenar tu espacio interno
No hace falta que pienses qué querés lograr específicamente (ej: un cambio laboral), sino en cómo querés vivirla (ej: “con curiosidad y sorpresas”, “sonriendo todos los días”, etc).

Luego elegí para cada área de tu vida (amor/vida social, carrera/trabajo, tiempo libre/juego, salud, hogar) cómo esa forma de vivir se va a expresar. Por ejemplo: si querés vivir más slow, fijate si tu hogar te ayuda a desacelerar. Un propósito para hogar puede ser “crear un nido, en el que sienta seguridad y ganas de nutrirme de cosas buenas”, o también “crear un espacio cálido y social que reactive mis ganas de encontrarme con otros”.
Ahora, con este nuevo norte, podés ponerte un objetivo concreto para cada área u ordenar algunos pendientes que tengas en tu lista, por ejemplo: “colgar esos cuadros” o “comprar una huerta”. Estos propósitos funcionan como “pilares” y configuran una estructura que te ayuda a entender dónde están los ladrillos importantes y cuáles son prescindibles (y quizás descubras que estar al día con esa serie que todos dicen que está buenísima no tiene nada que ver con lo que declaraste sobre cómo querés vivir tu vida).
Cuando tenés más claro lo importante, queda en evidencia qué cosas tienen que suceder de manera rutinaria para que tu estructura no se venga abajo. Si tener un colchón de ahorros te genera paz mental (y sí, ¡a todos!) pero saber exactamente cómo crece te permite además planificar ese viaje tan necesario para cumplir con tu intención de “vivir la vida con una dosis de aventura”, es necesario que crees una rutina a conciencia que te permita poner en piloto automático ese ahorro (para que se cumpla y para que no dependa de tu memoria que así sea… ergo, ¡liberar espacio en tu disco mental!)
#2. Creá rutinas (especialmente para el ahorro) y respetalas
Los expertos recomiendan separar el dinero apenas cobrás (y no al final): sí, ¡incluso antes de saldar tus deudas! Esto asegura que lo importante sea siempre atendido en primera instancia.
Si el tema te preocupa pero no te resulta fácil, buscá asesoramiento de alguien en quien confíes y que pueda ayudarte a setear metas lógicas, posibles pero también algo ambiciosas para tu realidad hoy.
Si por otra parte comer sano y mover tu esqueleto son actividades que necesitás que se cumplan cotidianamente para ganar en salud y buena vibra, agendá qué días y horas de la semana vas a dedicar a cumplir con esas rutinas (pensá bien para que no sean franjas horarias que coincidan con las que ocupa generalmente tu vida social) y no dejes que ningún imprevisto se interponga. ¿Salió un evento al que no querés faltar? Reprogramá tu rutina de forma inmediata en un espacio de prime time que no necesites volver a postergar. Si se superpone con tu tarde de mates con Pepita, invitala a Pepita a acompañarte en la tarea. La idea no es volverse un ermitaño, sino planificar tu “tiempo para mí”.

#3. Ordená tu espacio externo
Si bien está comprobado que un poquito de quilombo estimula la creatividad y el pensamiento artístico, no es excusa para no pasar jamás un trapo, nadar en papelitos que nadie entiende a qué remiten y ahogarse en bolas de pelo de gato. Primero hay que separar orden de limpieza, y la limpieza no se negocia: según un estudio de 2010, las personas que describen su casa como un chiquero tienen más chances de estar deprimidas que las que piensan su hogar como un espacio para el descanso y la restauración. Bastante obvio, ¿no?
Otro estudio además comprueba que hay una relación entre limpieza del espacio vital y salud. Claramente, la forma en que tratás tus espacios refleja y dialoga con la forma en la que te estás tratando. Y si te maltratás con un ambiente sucio o demasiado desordenado que se interpone entre vos y tu necesidad de belleza y sosiego, ese maltrato impacta en mucho más de lo que parece evidente. Si la tarea te parece inconmensurable, relax: no es necesario que organices todo de una sola vez. Tomate el tiempo necesario y programá la actividad por áreas: primero los cajones de la cocina, luego la alacena, después el ropero y luego el escritorio de tu oficina. Así, hasta que todo lo que te rodee refleje la armonía y el espíritu de orden que estás manifestando.

¿Y el dichoso quilombo creativo? Reservalo para tu corcho, tu vision board, una pared llena de arte de piso a techo con todas las cosas que te inspiran. Ahí sí, desordená a gusto.
¿Y si los papelitos crecen sobre tu escritorio de forma descontrolada? Podés aplicar la caja o cajón contenedor, con la premisa de vaciarlo (pero vaciarlo en serio, hasta ver el fondo limpio) un lunes después de almorzar, cada 15 días. ¿Por qué a esa hora? Porque es la mejor hora para realizar tareas aburridas.
#4. Tus redes sociales también merecen tu atención

A la hora de sintonizar tu diseño de estilo de vida con tus consumos, el impacto que tiene lo que estás consumiendo en las redes sociales es muy importante.
Esas imágenes que se imprimen en tu retina generan ideas, inspiran, divierten, pero también proponen objetivos, comparaciones y alimentan una sensación de inmediatez que no colabora con armonizar nuestro ritmo de vida a las posibilidades de lo real. Por un lado chequeá cuantos minutos de devoción le obsequiás a esta actividad voyeurista: hace un tiempo, Instagram agregó la posibilidad de reportar semanalmente tu tiempo en pantalla.
En la sección de tu perfil, la encontrarás como “Tu actividad”. Para que tengas un parámetro, la mayoría de la población ocupa ¡entre 2 y 5 horas! de su día a mirar su teléfono. WOW. Eso tira por tierra cualquier excusa de “no tengo tiempo de” que podamos esgrimir. Seteate un objetivo lógico y sano para vos y utilizá la herramienta de Instagram (en esa misma sección) que te permite programar un recordatorio para cuando hayas alcanzado el límite que te seteaste.
Por otro lado, podá regularmente: chequeá a qué cuentas seguís y cómo matchean con tu “manifiesto” (sí, el del punto 1), y priorizá solamente aquellas que te ofrecen un mensaje que aporte contenido valioso a tu vida.
#5 Dale súperpoderes a tu lista de pendientes
Una lista de pendientes es una herramienta poderosa: te ayuda a mapear cómo estás usando tu principal recurso (el tiempo) y entender qué tan cerca estás de cumplir con los objetivos que te propusiste (eso te da la pauta sobre si necesitás asignar más recursos). ¡Pero una lista desordenada puede hacer más daño que no tener ninguna lista! Por eso una buena checklist se confecciona en 3 pasos:

Paso 1: Primero, volcá todo lo que tenés en tu cabeza, en el orden en que los temas aparecen. No trates de ordenar, el objetivo es VACIAR. Limpiar el disco. Esto lo podés hacer de una o durante el día en un espacio de tu agenda que sirva a este fin. Un gran día para vaciar es el domingo, cuando empiezan a aparecer con las luces del atardecer las primeras preocupaciones. Ocupate de anotarlas y terminá tu domingo en modo full relax.
Paso 2: Lo segundo es ordenar y priorizar, y lo recomendable es realizar esta actividad el lunes a primera hora del día. Es el momento perfecto porque te ayudará a comenzar el día y la semana con claridad y atendiendo lo más importante, pero además es el momento en el que tu cerebro está más activo y afilado para esta actividad analítica. Primero ordená los pendientes identificando aquellas tareas que solo demandan no más de 5 minutos. Identificalas con un color o símbolo. Luego aquellas que podés delegar. Luego las que necesitás completar para no interrumpir el flujo de trabajo de otra persona. Luego dedicate a las que solo te competen a vos y jerarquizalas por importancia, en orden numérico. ¿Qué tener en cuenta para definir la jerarquía? Compromisos adquiridos con fecha límite y el nivel de impacto que completar esa actividad tiene para los propósitos en tu diseño de vida. Tus actividades de rutina no se anotan en esta lista sino en tu calendario, para bloquear esos minutos que rutinariamente reservarás para poder cumplir con lo que te propusiste (¡que es muy importante!).
Paso 3: Asignale a las dos actividades más importantes de tu lista de pendientes el prime time de tu agenda, teniendo en cuenta que la mañana es el mejor momento para realizar actividades analíticas y la tarde (después de las 15 hs. aproximadamente) el mejor momento para las actividades creativas. Usa las horas post almuerzo para las actividades que solo demandan 5 minutos, para delegar y para revisar y clasificar emails.

Ahora ya podés encarar tu 2021 con menos angustia y más confianza de que el desorden (real y mental) no va a dominar tu agenda. ¡Dejanos en comentarios un resumen de tu experiencia!
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