La colección 2023 de “Ver inspirada por Monoblock” propone un diálogo entre artistas jóvenes mujeres y artistas consagradas que fueron inspiración y apertura de posibilidades. A cada artista convocada se le designó una artista consagrada para homenajear, de esto se desprenden los artes de las 12 remeras que conforman la colección.
Este proyecto artístico-comercial se presentó el 22 de Septiembre en el CC Recoleta (Buenos Aires), acompañado del siguiente texto curatorial:
«En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que éstos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen, nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, (…) lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte.»
— PAUL VALÉRY, Pièces sur l’art ( «La conquête de l’ubiquité»),
del Prólogo de “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, publicado en: BENJAMIN, Walter. Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989.
Cuando Paul Valéry escribió estas palabras, vislumbraba los profundos cambios que nuevas técnicas e ideologías imprimirían en el periodo modernista. Jamás imaginó que casi un siglo después, sus palabras describieran a la perfección al asombro y desconcierto que el mundo del Arte manifiesta una vez más frente a las posibilidades que introduce la Inteligencia Artificial en su campo. Algo está a punto de transformarse nuevamente, y puede que sea la misma noción del arte.
¿Adónde va a parar el aura de la obra si la encargada de generar la imagen es una máquina? ¿Quién es el artista, quién el autor? ¿Es posible emocionarse frente a una imagen, si fue apática su producción?

Todas estas preguntas vuelven a ser relevantes, junto a muchas más que surgen de las propiedades de los nuevos medios y de las actualizaciones culturales de los conceptos propios del campo. Si algo es seguro, es que el arte emergió rápidamente como un territorio fértil para pensar el vínculo entre humanos, tecnología y la construcción de los horizontes de sentido. Qué es verdadero y qué es ficción en el eje del debate. La ética y la moral se elevarán sobre sus conclusiones.
En este contexto nace el proyecto artístico que culmina con esta exhibición, y que reúne el trabajo de 12 jóvenes mujeres que han trabajado bajo una misma consigna: inspirarse en las obras de otra artista mujer, ya fallecida, para crear una nueva obra original, como un reconocimiento y un comentario del trabajo de la artista precedente. Una acción que imita lo que sucede con las aplicaciones de IA cuando un operador suministra un texto (el Prompt) a la herramienta para recibir un resultado que es producto tanto de la información que alimenta sus bases de datos (lo aprendido), como del algoritmo que organiza la manera en la que procesará los datos recibidos. El planteamiento de este ejercicio nace de la observación de los cuestionamientos que emergen del uso de la Inteligencia Artificial para la generación de Arte, que pueden ser trasladados del mundo tecnológico al mundo analógico tradicional y viceversa:
¿Qué recortar de un universo polivalente? ¿En qué punto se encuentran las técnicas y los estilos? ¿Qué elementos son los que confieren identidad autoral a las obras? Si utilizamos una referencia conocida, ¿la obra gana valor? El acto de recuperar una obra a partir de una reinterpretación, ¿es un robo o un comentario? ¿Cuál es el límite de la inspiración? ¿Cómo asegurarse la distancia suficiente? Y quizás la pregunta más punzante: ¿Es posible trasladar algo de lo auténtico de la obra a través de su reprocesamiento “humano” que quede fuera del alcance de la máquina?

En 2017, el profesor Ahmed Elgammal, fundador del Laboratorio de Arte e IA del Departamento de Informática de la Universidad Rutgers, junto con su equipo, condujeron un experimento. Primero crearon una IA del estilo GAN (por su algoritmo, que opera bajo el concepto de Generación Antagónica de Imágenes) y la entrenaron con 100.000 imágenes de cinco siglos de arte occidental. Luego, generaron imágenes y las expusieron en una galería junto a obras de artistas contemporáneos, frente a una audiencia que no pudo diferenciar qué pertenencia a los humanos y qué a la IA. Con esto probaron que la máquina, llamada AICAN, había pasado exitosamente el Test de Turing. Pero aconteció algo más: las personas empezaron a solicitar hablar con el autor de estas obras. Jennifer Chang, colega de Elgammal y CEO de Playform (una herramienta para artistas desarrollada a partir de la tecnología de AICAN), explica: “Esto demuestra que la IA por sí sola no crea arte, porque el arte cuenta una historia”. Y las personas querían conocer esa historia.
Esta exhibición dialoga con la experiencia del profesor Elgammal. En esta ocasión las obras de las artistas se distinguen de lo generado por la AI, pues la intención es ofrecer un punto de vista crítico desde donde preguntarnos:
¿Qué arte nos convoca? ¿Qué arte nos emociona? ¿Qué sucede después? ¿Qué permanece?

Vik Arrieta (Curadora)
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